Sentada en una mesa,
calibrando mis pensares
que cambiando con los años han ido.
Tornándose ahora más claros
o turbios dependiendo la estación.
Sentada en los recuerdos no avanzan manecillas.
Mas sí aumentan las tristezas de un humilde corazón.
Suspirando el humo de un incendio
que poco a poco se extinguió.
Apoyada en la vidriera de los sueños más puros y brillantes.
Crece dentro, como si soñara, una estrella no lejana.
Una gota de rocío
que andando lentamente
se ha vuelto río.
Bajando hasta regar los cultivos del alma,
haciéndolos fructíferos.
Sentada, en una mesa comparando los ayeres
con un solo día que lo ha cambiado todo.
Haciendo que la luna sea más brillante
y que el cristal más puro y bello sea todo mío.
Cambiando el matiz de lo que el prisma toca.
Derritiendo así los solitarios glaciares.
Y todo vive mientras muere.
Mientras fijo mis pupilas en las tuyas.