Fue en ese momento donde me dejé ir.
Me permití navegar
en el mar de mis emociones,
entre las olas que cargan angustia,
incertidumbre y melancolía
de situaciones no vividas,
mientras chocan contra rocas
repletas de soporte y valentía.
Y fue entonces cuando me adentré
en la marea de mis contradicciones,
y me permití comprender
lo que todos desconocen.
Fue en ese momento
donde consideré no ocultar
los colores grises en mi mente,
no asfixiarme dentro de mis costillas.
Y mientras les permito a mis manos sentirse frías,
lleno mis pulmones del cielo más lila,
priorizando mis cambios de clima.
Y fue en ese momento donde comprendí,
cuando bajó la marea,
que no volverían a sofocarme
los sonidos y la niebla
que este frío invierno me entrega.