Hoy decidí salir al jardín,
Y buscar de nueva cuenta ser feliz.
Recorrí aquel viejo camino
Y susurre, a cuestas, nuestro destino.
Caminé entre la senda,
Busque arduamente a mi compañera.
Te busque una y mil veces,
Y juro han sido ya, varios meses.
Y me es díficil aceptar que ya no estás...
Que te fuiste y este sendero
Quedó vacío al andar...
Pues ya no soy tu compañero al caminar...
Ese que prometió junto a un altar,
Cuidarte de la incertidumbre,
Que no hubiera fogata o lumbre,
Que me impidiera de cerca tu amar...
Ese que juro ante Dios amor eterno,
Aquel que combatió la mansedumbre
Y libró prontamente el infierno,
Ante el amor como bella certidumbre...
Recuerdo aquellas frías mañanas,
En las que juntos escribíamos historias,
Recuerdo a nuestras almas,
Planeando diversas trayectorias...
Siendo arquitectos de nuestros caminos,
Construyendo de a poco un arte imperial,
Formando entre pares un bello destino,
Lanzando los ases al amor más formal.
Y hoy mi reina, no estás aquí,
Que díficil es perderte entre la nada,
En serio que es díficil,
Caminar sin ti en las madrugadas...
Donde solías ser mi dulce guía,
Para acompañarme en un viaje a altamar,
Llevándome hasta la orilla,
Y de nueva cuenta volver a embarcar...
Tú, mi dulce néctar de la vida,
Tú, mi fiel sendero al horizonte,
Tú, mi grata y dichosa estadía,
Tú, la reina hermosa de mis días...
He decidido ya sin tú amor,
Asumir que te he perdido,
Quizá el camino a mi corazón,
Ha sido, el más mal herido...
Ha quedado empedrado,
Cómo protegiendo a un indefenso,
Es un jardín sin calor,
Y en las garras del destiempo...
Sólo espero que el viento,
Arrastre unas cuantas cenizas,
Que se lleve tus recuerdos,
Y me cure las heridas.
Que el camino sea labrable,
Y de nueva cuenta habitable.
Que el corazón sea más listo,
Para elegir a quien amarle.
Sólo eso le pido al tiempo,
Que Kronos ponga intelecto,
Sólo eso yo pido en tiempo,
Que Kairós haga su intento...
¡Tiempo!