Adorno seco, imagen atrofiada,
savia punzante de la tierra virgen
que un día cruel rayo te dejó marcada
sin respetar tu natural origen.
Cielo y Tierra eran encrucijada
de cruentas batallas. A Dios afligen
muertes tan innecesarias. Dañada,
perennidad y verdor se exigen
últimos esfuerzos competitivos.
Dislocantes cicatrices de barro
profanan impunemente tu seno.
Los orgánulos que aún continúan vivos
carecen de fe. Semejan cigarro
que lentamente fenece. Veneno.