El fulgor era presagio
de que se disiparía tanta vorágine
en lo recóndito de lo impensable
la niebla esfumaba en medio de la trémula
el epicentro hacía escala
en el bordado más hospitalario a millones de años luz
fecundaba el milagro dentro del milagro
indelebles quedaron las huellas
y en el peregrinaje
se lleva consigo memoria etérea.
El regocijo provendrá
de la atiborrada memoria
y entre las ondas
por donde navega mi velero
la bruma será derrotada.
Habrá silencio
y en la pausa orquestada
el recuerdo
me mirará sonriente.
Hay luces que no apagan
por más ventiscas misteriosas
lo que se tapiza
con verdadera esencia
no sabe ser dócil.