No saldrán indemnes esta noche ni los libertinos ni los insidiosos
ambos ofrecerán un sacrificio impropio
para purificar el aire en las comarcas,
y ahí clamarás por los espejos de imágenes vetustas.
No es que la palidez de la noche arrecie contra el mármol,
es que la tosudez del aire se involucra
socavando los capullos, abandonados de fervor.
La calidez se evapora en el trayecto
en tanto tejes tu traje de abandono,
no agites tu mano desprotegida,
ya los bienhechores han huido en el delirio.
No supliques al crepitante esfuerzo
se consumieron ya las palabras en el estío
y deberás lidiar con lo ignorado.