En el sufragio escuché el nunca de mi voz pasada del olvidar, derrame la densidad en pintura azul quedando mis ojos afuera de la nostalgia, mis dedos me odian al sentarse en el espejo y se volvieron ahogar, ahora tengo los pies afuera de la arena y del que hacer cuando la montaña se inclina dejando mi piel sin partículas, la oscuridad se me callo en la sangre y era el anillo de mi boca quien premió a mi corazón, los hilos se destapan cortando las sábanas de la cama petrificadora de almas, la serpiente voluntuosa disfruta de mi respirar y de nuevo anota la medida de mi voluntad que a más no soplar martilla a los cristos confiados en decir adiós.