Que largas son las tardes
Cuando te añora el alma,
Grises, tristes, sin sentido,
Sin una razón para vivirlas.
Camino por el campo con gran melancolía,
Mirando al horizonte donde se oculta el sol,
Y vislumbro allá, a lo lejos,
La difusa figura de mi amada
Confundida entre las flores
Del campo donde vago,
La veo sonriente y tímida,
Amorosa y deslumbrante.
Y voy con paso lento en busca de sus brazos
Anhelante, con ansia de sus besos,
Mas, de pronto al acercarme a ella,
Se desvanece en humo, se vuelve… nada.
Dime mujer donde te encuentras?
Donde tu corazón, donde tu pensamiento?
Porque no puedo retenerte entre mis brazos?
Porque te deshaces en la nada?
Ven, calma el ansia de tenerte,
Quiero saber quien eres,
Sentir de cerca tus caricias,
Tu voz calmando mis angustias.
Saber que no es un sueño
La causa de mis desvíos,
Ven, el corazón te espera,
Mis brazos abrigan la dicha de tenerte,
No esquives tu presencia
En la etérea inmensidad de mi ilusión.
Dale sentido a mi existencia,
Quiero verte, sentirte;
¡Necesito saber que existes!