Querida Madre Tierra.
Que abres tus carnes.
Solícita y atenta.
Dando vida a la vida,
y a la muerte respuesta.
Madre fiel y abnegada.
Que en su seno alimenta.
Como un río de sangre,
sus entrañas vertebra.
Y en los atardeceres,
se dora su belleza.
Querida Madre Tierra.
Sollozando tus lagos,
calman la sed eterna.
Tus mares la placenta,
donde el mundo se crea.
Y la Luna en la noche,
en tus aguas te besa.
Múltiples bocas gritan,
con tu ciclópea fuerza.
Reclamando respeto,
por tu Naturaleza.
Tu cuerpo es el granero,
donde los seres medran.
Cariñosa matrona,
que la vida sustenta.
Leve brisa me alcanza.
Con un roce de cera.
La acritud de las rocas,
a la cumbre alimenta.
Cuya cúspide crece,
para aliviar la afrenta.
Con la sombra su cuerpo,
a los cuerpos refresca,
Tierna noche de Luna,
que apacigua la ofensa.
Madre Tierra que miras,
con los ojos de fiesta.
Cuando gestas la vida,
en tu vientre de arena.
Tu verdad es la fuente,
que ennoblece a quien creas.
Y en los ricos fluidos,
donde nadan las meigas.
Va naciendo lo auténtico,
sin ninguna pereza.
Con un gesto me cuidas,
sin mirarme siquiera.
Querida Madre Tierra.
Ábreme el corazón.
Para que dentro quepas.
A. L.
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