Cuando el agua
de la tarde...
se reviste de disgusto
zozobrado,
viene la gardenia
en su diamante...
a beber ufana
en las heterónimas catedrales
de cobalto,
oh, herida...
desnuda de amapola,
que te recreas silente...
en la patria desbocada de su rezo,
licuada toda de un colapso
trenzado y suave...
en las madrugadas
desaconsejadas de su espíritu.