Estoy enferma de la vida moderna,
Vivo y siento, y ni lo uno, ni lo otro.
Espero por ti entre maullidos y tristezas y me digo, bienvenida.
Escucho conversar al viento y los àrboles se enojan, dicen que miente, pero coinciden en dejarlo hablar porque què pereza oír el canto de la lluvia otra vez.
Martín vino a visitarme, mientras espero, y dice que no encontrò ni una sola rata en las ùlitmas cuarenta y siete horas; quizàs màs tarde, en la penumbra, una de ellas decida salir de la madriguera.
Atraso los relojes y suspiro, espero.
Suena el timbre. Martín està contento