Marchas deprisa al ábrego fugaz,
alcanzaron mis ojos para verte ausente,
fuiste liviana entre espesas nubes,
nada quedará entre suspensos a tu huída,
ya no puedo esperar a quedarme inexistente
cuando llegan auroras en mi cielo nocturno.
Arribas a mi calma cuando llegan tormentas,
indiferente a las horas que te hicieron esperada,
hazte abrigo con mi piel cuando ya no sienta nada,
un segundo ha abismado miles de encuentros,
no me encierres a las dudas cuando llega el amor
porque ya es tarde para vivir del ayer.
Regresas cual fugitivo errante sin destino,
te pierdes al aire, al silencio de la luna,
a la sombra que sigue viva en tu ausencia,
sin aliento mueres, con el viento; evanescente eres.
Desvaneces tu esencia y te sientas perdida,
como barcos a ciegas en la noche del naufragio,
no aprietes el remo si te hallas en la arena,
fuego sin llamas y río sin corrientes,
eso fuiste y lo serás aunque ocultes tu presencia.