Tal vez fueron los católicos
Los que me enseñaron la fe
Lasciva amante del dolor
De la absoluta desesperanza
De la capacidad de ignorar
La estúpida realidad
Que te rodea a diario
Cree, no preguntes,
No desees más que aquello
Que posees
Creo que fue listo lucifer
Engañando al hombre
Con voz de dios
Y proponerle que nada
Existe más allá de su poder
inaudito poder que nada puede
contra la voluntad del hombre
la perversa voluntad de destrucción
que nos guia a diario
He abrazado mi fe,
He perdido mi fe,
He odiado mi fe,
He sucumbido a mi fe,
Y ahora ya no sé
que voy a hacer
sin fe
¿Cómo creer que mañana
tendrá sentido ?
si ya no creo
si ya no espero
más allá de esta noche
ebria de ausencias
que se resuelve en versos
que agoniza de amor
que se desangra en palabras
que tan solo invocan tu nombre
Sin nombres, sin recuerdos,
sin malicia, sin pasión
borra las referencias
ha pasado ya
Puedes emborracharte tanto
como quieras
Pero el espíritu del vino
no te devolverá la fe
ni la esperanza
Tan solo amortiguará
las lágrimas rebotadas
contra la almohada
y con la madrugada
habrás de recoger tu
cuerpo cansado
para iniciar un nuevo día
para vivir de nuevo
la rutina que conduce
tus solitarios pasos
Y sin embargo
sabes, en tu yo interno
que esa rutina
volverá a saltar por los aires
cuando, de pronto,
una sonrisa, una palabra, una mirada
desde una extraña, desde una amiga,
desde un amigo, desde un extraño,
desde el fondo de un escaparate,
desde el fondo de tu alma impía
haga brotar la primavera
de tu fe renovada