Vagan seiscientas ideas.
Doblan seiscientas esquinas.
El viento que las empuja,
va acelerando la rima.
Que entre volutas de aire,
sobre la bruma transitan.
Se abrazan a las corrientes.
Se balancean como niñas.
En los columpios del sueño,
que forman sus pesadillas.
Nacen las seiscientas vidas.
Como gotas de rocío,
que en la mente se deslizan.
En los seiscientos anhelos,
de la red que los anilla.
Van desgranando los granos,
de las seiscientas semillas.
Los tallos siguen creciendo,
como un vergel que palpita.
El tiempo los va adornando,
en cada instante que riman.
Las seiscientas sensaciones,
que al terminarse se vuelcan.
En las seiscientas veredas,
que cada verso recrea.
Van emanando sin normas.
Solo al ritmo que se crean.
Sobreviven por si mismas,
en los seiscientos poemas.
Dotadas de vida propia.
Vivas en su propia esencia.
Seiscientos son los caminos,
que van hollando las letras.
Seiscientos son los pedazos,
del corazón que se entregan.
Que aunque presos estuvieron,
hoy se plasman como ideas.
Sentimientos, sensaciones.
Bordados de mil maneras.
Filigranas caprichosas,
de intenso sabor a entrega.
Seiscientos los manantiales,
que a raudales se desplazan,
por intrincadas veredas.
Seiscientos trozos del alma.
Como fragmentos que vuelan.
Flotando en el infinito,
para quien quiera, los quiera.
A. L.
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