He de volver a verte sin importar la puesta de sol
o si en la tarde llueve
mientras crecen las horas (en mi reloj se acaba
el tiempo de no verte)
No seremos iguales quizás -irremediablemente-
Pero las manos curan heridas que dejaron…
Dónde están mis recuerdos ¿en tus senos acaso?
O añora mi entrepierna tu pierna que te besa.
Pero -qué más da-
Si he de volver a verte y no me reconozcas:
Mientras paso mi brazo por tu cintura
y mi boca en tu cuello
sea señal que ya he vuelto.
Qué locura es pensarlo -pero el día se aproxima-
(Como el rocío a la hoja como la mueca al labio)
Por ello no discuto si el tiempo se demora
si el olvido no pudo subsanar mi calvario.
Sergio Jacobo “el poeta irreverente”