Busco un papel a ciegas
para entonarte un canto poderoso,
a ti, que me fuiste tan dulce
como el sabor de las frutas maduras;
a tus ojos ausentes y amados,
que ya no llamean con su fulgor
dentro de los míos.
A tu abrazo de amor inocente,
suave como la piel del durazno.
A tus pasos quedos
es mi canto,
a la suavidad de tu presencia,
a tus manos donde cupo
tanto dolor y sacrificio,
a tu voz de quebranto.
Pero te dejo partir
con tus celestes flores
y aquel \"te amo\" tan doliente
que resquebrajó el silencio.
Ingrid Zetterberg
De mi poemario:
\"Por el valle de los aromas\"
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