Hay segundos solitarios que estrellan contra los recuerdos,
lastimeros, extenuantes, fatídicos, agonizantes,
vi las alas rotas de las nubes llorando invierno,
cae el llanto celeste a inundarme en tardías,
se marchitó el cálido albergue que destilan mis brazos,
oasis el encuentro del deseo en veraniego calor.
Corazón de piedra aún nos hiere la piel
porque los latidos son amargos,
y el suspiro sabe a nada, al vacío lleno de ausencias,
tus ojos son mediterráneo para ahogarnos con la nostalgia,
y cuando queramos desahogarnos ya no alcanzaran lágrimas,
se han secado cansadas de esperar nuestro llanto.
Ciegos entre tanta luz para olvidar que el tiempo;
son cifras, solo números colgados de los años
y esperar puede anclarnos al desespero,
entre tanto espacio todo nos quedó estrecho,
entre tanto suspenso todo fue suficiente,
entre tanto vicio todo el amor nos dejó en adicción.
Abrazo las brazas breves y voraces
que fueron fuego en el nido de nuestro regreso,
todo quería alejarnos, nada quería anudarnos,
si las fieras risas del otoño
mudaron las hojas marchitas de nuestra soledad,
fueron simples tardías para llegar al reencuentro.