En la evaporación, las moscas de la humedad acompañan al solariego del pastor solitario.
Pascualitas guadalajareñas regalan sentones en la pus del atlántico Guadalajara, y profetizan el significado en cada canción, a veces dulce y trágico, otras recio y carne.
Protegidas por negros corbatas grises y cervezas de compañía, ofrecen distintos manjares pascualitos, viudas negras de la aflicción y la vanidad, placer tenebroso-Baudeleriano así llano del placer y llama de la pulpa.
Los profetas de Nietszche y cristomahometianos proclaman las cuatro leyes del consumo budista, ¡dolor!, diversión, angustia, y ¡placer!
Entonces me señalo y me tacho ser otra especie, señalan al vacío, al error, al defecto sin dinero, falto de cuarto, siguió contando su profecía mientras la heladez recorría su espalda, espanto a perder lo que su cuerpo mancillado, ese que había ofrecido como mercancía.
¡Pavor!
Practicaron el pugilismo hasta inmolarse en una ducha del manjar de rabia.
apotheca ánimae.