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Me haces bailar, y temblar el corazón.

Eres más linda de ver
cuando despiertas
y soy yo
y no otra persona
quien despierta contigo.

Te he sabido
con más ganas
de mi
cuando llevas la ropa puesta,
otras veces,
te he sabido
siendo llovizna
o sintiéndote catástrofe,
desnuda.

Te conozco,
hasta cuando tratas de negarlo,
y finjo que te creo
y finges que me crees.
Por que así es más fácil.

Eres la reina de las contradicciones, y
me haces bailar y
temblar el corazón.

«Entre tú y yo, nuestro único detonante es el miedo»
dices mientras te vas,
para volver después.
Llegando de sorpresa.

Aquel día
cuando sentí
que habíamos dejado el miedo,
en alguna esquina
de camino a casa
olvidado
entre beso y abrazos.
Fue mentira.

Al parecer fui sólo yo
quién se olvidó de sentir miedo
y decidió creer en ti, más que tú.

El miedo no se fue nunca de ti,
lo llevas como canción preferida,
y nos bailas
me destrozas, mientras te destroza.
Y eso no es justo.

No sabes mantener tus promesas,
y lo sabes,
el problema es
que yo lo sabía
me lo decían tus ojos,
cuando no me miraban
y ahora sé
que apenas me miraron
para no dolerte después.

Y al final no se te ocurrió más,
que irte
cuando yo quería curarte el miedo.
Y el miedo no se cura con miedo,
espero lo aprendas pronto.
Por que es el detonante de las relaciones.

Y ahora
lo peor de las despedidas
es que ya no lleva tu cara,
la puerta
tras el portazo.