Decirle a alguien yo te amo, significa:
tú no debes morir. Gabriel Marcel
En la isla murió mi abuelo.
Cual caballo ciego
en camino al matadero
mi piel frisona.
Doble cristales contra el ruido, el frío,
el mundo y los pájaros
de este verano insoportable.
Cambié de ciudad, de apellidos y sigo
en el ala de un pájaro,
en derrumbe perpetúo
como lágrima en zapato,
resbaladiza
hacia el asfalto.
En el viejo continente y sus calles
pobladas de perros
mi cerebro canibaliza:
he hecho un viaje
a semejanza de mi desprecio.
Tiempo atrás escapé
de la escoria monótona del verso,
críticos chispeantes de realeza
entrecruzaban bártulos,
ávidos de describir al duende
o la frigidez de la coma
olfateaban estaciones,
milagros y nacimientos
pero dónde no estuve no estaré
con mi tartamudez insoportable,
conozco el final y engaño
-a excesos miento-
él que no sabía escribir ha muerto.
Mi abuelo cuida mis dientes
que comen ratones de la vida
que llegó malsana
como enfermedad
complaciente y lenta.
del poemario Mar de la Mancha, 1992