Entre tantas mujeres que me usaron,
y otras tantas que tal vez me despreciaron,
hubo algunas, quizá, que me quisieron.
Pero sé que muy pocas me olvidaron.
No dudo que tal vez algunas de ellas
me odiaron después de haberme amado.
Pero ese odio tan sólo se habría dado
por no haber atendido sus querellas.
De belleza, si mal no lo recuerdo,
todas ellas tuvieron buena dosis.
Algunas, les juro, no exagero,
fueron de la belleza la apoteosis.
Mas, entre todas, hubo cuatro damas
con las que he compartido muchas cosas.
Entre ellas, cuatro hijos, cuatro camas
y experiencias la mar de dolorosas.
La primera fue vana y fugitiva
huyó en busca de cosas, no de amor.
Me usó como un bote a la deriva
y navegó hasta su puerto de dolor.
La segunda fue buena y sensitiva,
madre excelsa, maestra sin igual.
Y al agotarse su paciencia esquiva
se agotó también su gusto marital.
La tercera fue el diablo disfrazado
de excitante doncella virginal.
De todas las serpientes que han reptado,
fue quizá su veneno el más letal.
La cuarta fue tan sólo titubeante,
atrapada entre querer y no querer.
Un día tomó la senda del atlante
para que nunca la volviera a ver.
Pero la vida por suerte deparó
que una quinta mujer esté a mi lado.
Una mujer de quien vivo enamorado.
Y todo lo anterior… se me olvidó.
©Luis Morales
Marzo 19 de 2016.