Mi puta y hermosa ama, eres envidiable por tener cualidades que pocas mujeres tienden a defender, y no por el simple hecho de decir puta significa que eres una ramera sino porque eres una hija de la chingada, sabes cómo atrapar a los hombres y no solo para convencerlos e irse a la cama, los haces creer para que se sientan muy cabrones pero no saben que están cayendo en tus redes, en tus dulces caderas pero venosas, en tus senos sabor miel, porque al rozarlos es como tener dos jugosos melones, pero imposibles de quitarles las manos y ese sexo que los hace mojar de solo imaginarse estar ahí adentro.
Solo juegas con ellos para sentirte la mujer más cabrona, te empoderas de tener tantos hombres a tus pies y humillar al sexo más fuerte, según considerado por el ser humano, pero para ti es un simple juego, un capricho en el cual, no hay ninguno que te pueda llegar a los talos, ni tumbar tanto ego, tanta palabrera que hasta ellos mismos alaban con tanta estupidez.
Eres mi ama sexual, a la cual ni yo pude aguantar ese deseo de tenerte, pero yo quería ser más que un simple sumiso, anhelaba tener días felices contigo, darte el amor que necesitabas y sobre todo curar tus heridas y por fin hacer un cuento conmigo, pero decidiste ser esa cabrona, a la cual nadie se merece tenerte mas de una sola noche y seguir su camino humillando a todo hombre que se le cruce, sin importarle si es el indicado o no para su vida.