Mira que luz,
nos alumbra,
justo ahora,
que mis manos,
han topado tus pechos.
Y tú mirabas,
la plateada esfera,
de esa luna llena,
mientras me ofrecías,
dos montes erectos,
en las cimas blancas,
de mi ruta por tu cuerpo.
Mira a que huele,
que viene,
de ese olivo pardo,
de perlitas verdes.
Y tu espalda,
recostada,
sobre el tronco pardo,
estrechando el espacio,
sobre la línea invisible,
de tu cuerpo y el mío,
mientras,
exhalabas aromas,
a olivas vírgenes,
y balsámico aceite.
Mira que el aire,
me sabe,
a aliento de,
fuego y sigilo.
Y tu boca,
como boca de viento,
arrasaba la mía,
en la más,
acallada oratoria,
que cuando tú besas,
para nada hace falta,
que te expliques,
ni yo entenderte.
a.rodríguez.