El viento agita las olas
que se mueven con cadencia,
despacio, buscan la playa,
al compás de las mareas,
extendiendo sus encajes,
donde adornan las arenas.
Seres curiosos disfrutan,
del movimiento que observan,
lejano un hábil pelícano,
pronto consiguió su presa,
gira raudo en su retorno,
¡Ha cumplido su faena!
El celaje inspirador,
de una tarde veraniega,
es un crisol de colores,
junto al mar es la belleza.
Se disminuye el calor,
con la frescura que ostentan,
los protectores almendros,
que, junto con las palmeras,
forman un soñado entorno;
una obra que Dios diseña
con su mano de maestro
siendo admiración completa.
El mar tiene sutil magia,
todos los sentidos trenza,
despierta inquietudes porque
lo ignoto siempre conserva.
Desaparece el ocaso,
los mantos negros empiezan,
la luna con su fulgor,
en plena noche se aprecia,
pinta de blanco las olas,
reflejando las estrellas,
son los mágicos momentos
terminan cuando amanezca.
Se escucha el rugir del mar,
fuerte en las rocas revienta,
y las olas muy veloces,
apaciguan su gran fuerza,
cuando tocan las arenas
donde acaba su carrera.
La noche ofrece aventura,
aunque existan las tormentas,
logrando con la pasión
la felicidad suprema.
El mar mantiene su gracia,
que debe ser descubierta,
un verdadero regalo,
¡Gracias a la Providencia!