Se fue de entre sus manos su voz,
su risa llena de magia
que transporta a los sueños.
No pudo detener lo que corrió con ímpetu
hacia lo desconocido,
hacia el abismo de una noche
que no conoce el final.
Se desbocó el dolor lleno de silencio,
que gritaba la búsqueda inútil
de encontrar esa luz que era su vida.
Se fue, pero se ha dado cuenta
que siempre estuvo aquí,
como un testigo fiel
que acompañó la soledad de su existencia.
Se fue, pero siempre estuvo aquí,
porque estuvo presa
de un corazón oscuro que la retuvo,
con la esperanza de ver de nuevo su luz.