Joe Silva

Me Fallaron

Soy Anthony Nolan Avalos. Quizás has escuchado mi nombre en las noticias. Si, soy el niño que recibió golpes en ves de caricias. Como lo hizo aquella señora quien me regalo esperanza un día, sin despedirme, el 21 de junio del 2018, de ustedes me aleje. Quiero pensar que Dios así lo quizo, pero al platicar con Gabriel Fernández, mi compadre en el cielo, me comenta que para merecer tanto castigo, el no sabe lo que hizo.

 

Ya les conte el final. Ahora intentare redactar mi historia desde el principio cuando de heridas físicas, mi cuerpo se encontraba limpio. Les dare algunas razones por la cual hoy me encuentro en el cielo junto con miles de mis compadres. Sus historias, nadie las ha contado. Como yo, ellos también fueron brutalmente golpeados. Nuestros cuerpos fueron golpeados pero nuestros corazones infantiles, jamas fueron dañados.

 

Yo era muy pequeño pero aun así recuerdo algunas cosas. Mis experiencias fueron horribles pero en casa de mi tia, aunque pocas, vivi cosas hermosas. Creo que yo tenia cuatro años cuando por primera ves a mi corral llego una trabajadora social. Era una persona extraña, pero mi madre la trataba como alguien muy especial.

 

Día tras día, yo sufría. El tiempo pasaba, y esa señora, a mi corral, en ocasiones regresaba. Dias antes de su visita, con golpearme, mi madre me amenazaba si yo a ella, algo le contaba. La señora me hacia preguntas y mi cuerpo inspeccionaba. Recuerdo que en varias ocaciones, la señora, de mi corral me saco. Su tristeza, mi madre fingía. Yo me ponía contento porque me iba a la casa de mi tia.

 

Al salir de mi corral, en ocaciones, las personas que se preocupaban por mi bienestar, me regalaban una sonrisa. Mis días fuera de mi corral fueron agradables pero pocos. En una ocasión escuche a mi tia decir que mi madre y su novio, estaban locos. De ellos, decían muchas verdades. No se como, pero ellos sabían de todas sus crueldades.

 

Hoy me di cuenta el porque aquella señora escribía tantas cosas. En su mayor parte, los documentos judiciales son precisos pero le falto apuntar algo en sus notas. No veo la parte cuando en mi cabeza, el novio de mi madre, me pego con sus pesadas botas. Las evidencias existían. El sistema me fallo. A mi madre y a su novio, todo les creían. Los documentos declararán que pase seis días de tortura antes de mi muerte.

 

Para mi, un día parecía un año. Por la fuerza, mis hermanos fueron testigos cuando mi madre y su novio, me hacían daño. De ver lo sucedido, sus ojos expresaban horror. En ocasiones, ellos por la fuerza participaron. Por miedo a ser golpeados, esto fue algo que siempre callaron.

 

Como paso en el caso de mi compadre Gabriel Fernández, surgirán preguntas sobre la eficacia del Departamento de Servicios para Niños y Familias sobre por qué me fallaron. Yo les ofrezco mi humilde opinión al respecto. Es simple y a la vez triste. No entiendo porque el sistema, en complicar su labor, insiste. Entiendo que existen reglas. Creo que los adultos les llaman leyes. Por darle seguimiento a la ley y por no poder introducir sus instintos fuertes, algunos trabajadores sienten coraje con la administración y se sienten responsables por algunas muertes. Aunque si existen, ellos no son los culpables. Eso no cambia el hecho, de que se sientan responsables.

 

Si, no hay duda que su labor es complicada. Creo que la pueden hacer mas fácil si en su entrenamiento, les enseñan como interpretar nuestra mirada. Quizás mas simple aun, a nuestros corrales, no anuncien su llegada. Ofrezco otra cosa al respecto. En nuestro archivo, utilicen nuestros nombres y no solo un numero. Se que quizás esto es parte de las leyes, pero un numero nunca nos da humanidad. Me da tristeza decirlo, pero es la verdad.

 

En estos casos, la frase “Cayó a través de las grietas” es muy común y causa enojo en la gente. Mi compadre Gabriel me dice que le hubiera gustado que las grietas estuvieran en su corral, para así caer en una y escapar rápidamente. Yo pienso igual que el. Gabriel ya tiene sus alas y me dice que yo también, pronto sere un angel.

 

Lo que siento en este momento, no puedo explicar. Aun así, se los voy a contar. En la tierra deje a un angel con un corazón apagado. Esa señora que un día me dio esperanza, aunque de mi se alejo, siempre estaba a mi lado. Su corazón se apago de dolor por no poder ayudarme a salir de mi corral. Me trae paz y tranquilidad el pensar que esta fue su forma de ayudar. Gracias a ese angel, yo me encuentro en un lugar angelical, mientras que el sigue su lucha disfrazado de alguien terrenal.