YO NO SOY NIGÚN FANTASMA
Yo no soy ningún fantasma
que se presenta en tus sueños,
se lo digo a las estrellas
y a los flecos de los vientos,
y a las galaxias lejanas,
al azul del universo,
y pongo a Dios por testigo,
que siempre yo te he querido
y he de jurar que no miento,
sabiendo que estoy sin alma,
desde el increíble momento
cuando tú me la arrancaste,
De las hiedras de mi pecho,
siendo mis ojos los tuyos
y los tuyos mis anhelos.
La mía melancolía
la idolatré en tu tiempo,
por tanto que te quería
y lo sostuve en secreto,
mas cuando yo te miraba
se detenía mi aliento,
mi corazón sollozaba,
suspirando hacerte un sueño,
de poder estar contigo,
y fenecer nuestros cuerpos,
pero todo se ha burlado
en el más triste tormento,
llamas que yo he padecido
por querer a un lindo cielo,
mas por ventura lo digo,
y en mi amargura lo cuento
aquel terrible martirio,
aquel cruento recuerdo,
cual llanto más dolorido
que todavía lo siento.
Y sabes que he padecido,
y sabes que yo no miento,
que siempre fui tu tesoro,
y que sigo en tu pecho.
Tú bendijiste mi nombre
en tus bellísimos versos,
mi nombre de gaviota,
tus lágrimas y el pañuelo,
y aquella voz misteriosa
desvió a tu velero,
de tempestades furiosas
y de huracanes y vientos,
y pasar a no estar sola
liberando aquel momento,
por el mancebo de luna,
que aún existe en tu pecho,
como perfume de lirio,
como las llamas del cielo;
entonces ¿por qué te enojas?
Sabiendo que soy sincero,
y que nunca me he burlado
en ninguno de mis versos,
y jamás he despreciado
la dignidad de tus hechos,
al contrario fuiste diosa,
la libella de mis cielos
¡la cúpula de mis amores!
Por los gloriosos momentos
que declamando en teatros,
y en famosos mausoleos,
¡te adoraba como diosa
como ninfa de mis sueños!