Un silencio encadenado a tus labios,
un silencio que sella mis oídos,
no es el mismo silencio de los sabios,
es el de aquellos que ya se han ido.
Una lengua adherida al paladar,
un corcho atravesado en la garganta,
una boca sin ánimos de hablar.
Qué silencio que mata y que espanta!.
En el silencio tenue y callado,
en el callar oscuro y silencioso
te miro con el pecho atormentado.
En el féretro negro y misterioso,
al lado de tu cuerpo silenciado,
buscaré en silencio mi reposo.