Hemos nacido
para ser testigos
de que la lluvia
ha nacido con nosotros.
El universo
comenzó a existir
desde que abrimos los ojos
y desde entonces
no ha parado de llover.
En el camino
hemos aprendido
a sobrellevar tanta lluvia.
Y es en el camino
donde emerge el milagro
aquel que invoca
al único antídoto
para esta incesante tempestad.
Muchos le llaman piel.