Al final de esta maldición
me quedo solo, vagando en la miseria,
abatido, desquiciado...
atormentado por el rencor hacia mi mismo,
hundiendo el dedo en la herida para sentir que estoy vivo,
observando como todo el mundo se ríe en mi rostro.
Olvidado por la sensación de sentir,
me quedo en los cristales del tiempo
encerrado bajo las cuatro llaves del fin,
escuchando el cantar de la luna
con el alma mutilada de tormentos,
atribulado en tiempos de oscuridad.
Al final de esta maldición estaré ahí,
muriendo, desangrandome en praderas asesinas,
con la mente al borde del abismo
llamando en auxilio a la locura...
Ahí estaré yo, sin ninguna emoción,
sin nada que sentir
sin lágrimas para obsequiarle al cielo
un destello en medio de tanto lamento.
En el lado oscuro de la luna,
sentado en el predio del cosmos,
sigo escribiendo estas líneas desesperadas,
implorando una plegaria a la luz del infinito,
mirando desde lejos la iluminación sombría del mundo.
Al final de esta maldición... muerto de lamentos.