No tengo cuenta corriente
porque no soy río, sino arroyo
si no tengo bastón, no me apoyo
por favor, que alguien me aliente.
Era tan pobre que no saludaba
siempre iba callado y con prisa
nunca mostraba una sola sonrisa
para qué, nadie le contestaba.
Un día se metió en un convento
creyendo que no le faltaría comida
pero no tenía cálculo ni medida
olvidó que sin trabajo no hay sustento.
Al final se convenció de que la pobreza
era una maldita condición
solo te libra el dinero un millón
no de pesetas, sino de éuros, es la riqueza.