Aurelio Peñaloza

Prefacio

La cuerda colgaba de la temperatura escondida en las letras, la contra cámara narraba los sortilegios movidos en la sangre emanada del suelo, las fotos quemaban los escenarios existentes en la cascada que subía a la revelación de las flores, pintaban los niños su futuro en el cuerpo de sus padres, la tiniebla entra por las ventanas de la vida y abren la puerta de mis ojos, en claroscuro grito lo callado con grilletes veo el vértigo de mi bolígrafo, la piel de cocodrilo me encadena la ceguera de mi alma, mis manos respiran el azufre del cuarto a grietado por tus lágrimas, tus ojos sellan la carta que se atreve a vernos, la navaja corta las venas de mi corazón y entre tanto construyó tú platicar.