Marcela Miranda Rodríguez

Pérdida de la Inocencia

Mi cuerpo pesa

por la pena que lo aqueja.

Tus manos recorren mis piernas

y siento asco.

Tus labios se fuerzan sobre mi piel

y siento miedo.

 

Aturdida.

 

Te pido que pares, 

no es correcto lo que haces;

no pareces escuchar.

Mis muñecas son el público

de tu maldita atrocidad.

 

Aterrada.

 

Quiero que acabe.

Quiero gritar.

Quiero morir.

 

Paralizada.

 

A natre sabe tu saliva.

¿Sabes?

Me estás marcando

y en diez años más despertaré

con mis brazos sangrando.

 

Exhausta.

 

El osito de peluche 

que antes se encontraba en mi cama,

ahora se encuentra en la alfombra

junto a la camiseta

de mi pijama.

 

Entumecida.

 

Te pido que me dejes en paz

una vez más.

La fuerza ejercida

hunde la cama

en la que dormiré esta noche.

 

Agonizante.

 

Me resigno mientras lloro

e imploro que esto acabe,

mientras mi almohada de Campanita te reprocha

y Peter Pan observa tristemente

cómo te llevas mi niñez. 

 

Asqueada.

 

Y pasarán diez años y más

y nada diré,

pero tu recuerdo regresará

y me carcomerá la piel

hasta que se vea el hueso resentido por la caídas.

 

Sangrante.

 

Y pasarán diez años y más

en los que me despreciaré.

Despertaré llorando 

y nuevamente me flagelaré.

 

Muerta.