No sé si creer tus lágrimas o tus palabras,
tus ojos o tu sonrisa.
Dime lo que quieras, no te creo.
Solo me basta lo que me haces sentir.
Tu corriente me arrastra hasta el fondo
de un precipicio sin río.
Dime lo que quieras, solo me importa
el vértigo que me haces correr en el descenso
a tus infiernos.
Tus palabras son hojas secas que el viento
deja olvidadas en el arcén de la indiferencia.
No me hables, mìrame, sonríeme, ponme
esa cara de niña mala que tanto me hace
gozar, y soñar.
Solo quiero de ti todo lo que no puedes
contarme con palabras.
Ven aquí, siéntate y no hables durante el
resto de tu vida.
Lléname de ti sin pasarme la factura.