José Luis Barrientos León

Barro soy, quizá una quimera

 

 

Una quimera quizás, un sencillo afecto

Una ilusión muy lejos de tus ojos
Mientras se hacinan en el alma fantasmas que en su lujuria
buscan insensatos los mantos y las excusas

Para cubrir las culpas de sus flaquezas

 

Donde están los fluidos de tu pasión

Donde tu hechizo convirtió en laberinto mi camino

Donde desolado se ha perdido el peregrino

Ciego ante la senda que ascendía desde tu cintura

 

Donde mi mano trémula, insensata ante tu piel

Mudó la inocencia en malicia al acariciar tu espalda

Donde ha quedado el velo que desprendí de tu rostro

Para delinear el contorno de tus labios hasta bañarme en tu aliento

 

Quien me salvara ahora

Quien como lazarillo me llevara a tu matriz

Quien sin apuro apagara la luz para sentir tu figura

Como un ciego que transita tu senda en la profundidad oscura

 

Desolado en tu laberinto, me ha devorado la noche

Sin solemnidades, me he amamantado de tu sudor

He cubierto mi rostro con tu cabellera indomable

Ingresé a tu arca de aromas y sabores

Hasta dejar que tu sombra y mi sombra sigilosas fueran una

 

Barro soy ahora de apareos obligados

Barro ante el altar de tu figura

Barro de garganta seca y sobornos clandestinos

Barro cruel de amante castigado, olvidado de tu belleza

Barro seré mañana de existencia resignada

 

 

 

Que hare mañana cuando mi lengua muerta blasfeme tu memoria

Que hare mañana cuando oculto en tus enigmas olvide tus aromas

Que hare mañana cuando el ángulo de tus muslos delinee la crónica infeliz de tu recuerdo

 

Aquí estaré, entre la tierra y tu piel conmutando mi condena

Entre la noche y la calle pintando en claroscuro tu mirada

Entre la esquina y la tragedia escribiendo en tu vientre destronado

 

Y yo me mantendré mudo, inadvirtiendo tu partida

 Quieto descubriré tu sombra furtiva

En el moho, en la hierba, en la noche,

en el cruel diluvio de mi sangre derramada