No es que te extrañe.
Lo que pasa es que cada vez que te recuerdo, en los segundos de los minutos y en los minutos de las horas, siento tan bonito aquí en el pecho que quisiera que estuvieras conmigo desde ahora y para siempre.
Verte a los ojos y en tu sonrisa saberme contigo y que estás contenta como el condenado de muerte a sufrir la pena del exilio.
Pero no es que te extrañe.
Solamente quise recordarte poquito y tenerte aquí, tumbada en mi pecho y entre mis brazos.
No. No te extraño. Pero ¡qué largos los días y las horas para volverte a ver! Ver tus ojos chiquitos y tu cabello de negras enredaderas que cuelgan de tu cabeza como un telón detrás de tu cara bonita. Y el rubor en tus mejillas cuando te hablo y tiemblas. Tus manos que como suaves palomas acarician mis ansias todas, y nubes son en el cielo en que me alzo como brújula del marino. Y el beso que busca mi boca como busca el paraíso el alma buena de un niño inocente y travieso.
No es que te extrañe. Pero, si quieres, como yo lo quiero, vuelve conmigo.