Todavía se percibe
tu mirada de niña ensimismada
dando albergue a la ilusión primera.
Tovía se percibe solícito
el abrigo de tu piel graciosa
envolviendo el cuerpo apetecido
en mágica atadura de manos
y de besos acosantes.
Todavía se percibe
esa fuga prematura de arreboles
abriendo surcos en otras vastedades
donde sólo pétalos y rosas florecen
y un aliento vital cobra estatura.
Todavía se percibe
tu humor de gacela indómita
disipado por la voz lisonjera del viento
que despertó con su balbuceante flauta
las sosegadas regiones de tu ser.
Todavía se percibe
-botón en flor -
tu suspiro entrecortado
adhiriéndose al silencio frío.