andrea barbaranelli

Aventuras

El mar, aunque lo he amado,

nunca quise recorrerlo;

siempre me he aferrado a la orilla,

los pies en las aguas someras.

 

En mis sueños he tocado

cada puerto de la tierra,

he superado tormentas,

ya no sé cuántas, y he luchado,

firme en el timón, con las olas

de océanos de los dos emisferios.

 

Pocas cosas tiene el mundo

que me sean más familiares

que las más remotas rutas

trazadas en los portulanos.

 

Las imágenes de mi infancia

tienen horizontes marinos

y las despeja un viento

distinto de todo otro viento.

 

Ahora ni siquiera sueño

y ya no espero sorpresas,

y solo de vez en cuando

busco relatos de viajes.

 

Del agua baja me fío

pues estoy avezado a ella.

El mar viene a lamer

mis pies, igual que una perra,

tiene sus pequeñas furias,

borrascas en miniatura.

 

Lo que quiero, al fin y al cabo,

es tenerlo tan cercano

que basten solo tres pasos

para no volver ya atrás.