Margarita García Alonso

Coronita Save the Beach

 

En las paredes de mi hotel

están muertos

los símbolos que venden

en la Gran Vía.

 

A pesar de los cadáveres,
la habitación huele a chicle de fresa.

El hotel se llama Coronita Save the Beach.

No tiene puertas, ni cortinas de anillas.

 

Tengo un baño portátil en el recibidor
junto a la nevera con cien cervezas.


Las sábanas son nuevas pero
la alfombra está hecha jirones y

el espejo roto.


En un rincón hay un gnomo de jardín sucio.

 

La gente mira desde el otro lado de la valla.
Como en un zoo.


Encontrarás todas las preguntas

que te puedas hacer
quedándote

a dormir

en mi hotel.