Tomás

Perecer

Debí ser quien temblaba al sentir el aire despavorido que salía de su boca.
¿Por qué no fui yo?
Quien tomó coraje para llegar al jazmín,
quien era una figura desbocada y luchaba en busca de su laberinto.
quien se alimentaba de tu cariño disfrazado de falla y tu alma empobrecida por el hombre.
Tus poemas se alzan en el aire.
Mi apodo brilla aunque no lo recuerde,
Tu calma se abraza en mi retrato.
Tu reloj ya no existe,
Y mi día permanece.