Desde el horizonte travieso
los rieles van avanzando
los cerros siguen replicando
la lejanía del universo.
Tiempos del suelo yerto
como alondra agotada
entre los fierros quietos
descansa la vida amada.
Dios le ha entregado
un cuerpo voluptuoso
su negro pelo en reposo
sus senos al sol dorado.
Sus brazos abiertos al mundo
los rieles van estrechando
la vista siempre avanzando
con la sonrisa hecha un nudo.
Alguien la está espiando
como estampa celestial
suelta su cuerpo de vestal
sonriendo he ilusionando.