Luminosa, telúrica, afilada
y húmeda,
flameante en el estandarte rojo.
No espera la noche, domina las estaciones
con su danza y mantiene lejos
a los recuerdos.
No tiene espacio para nombres,
solo espera que el agua la deje llegar
a la orilla
y arrancar las flores que siguen
creciendo en su piel.
En el pasado, su fresca arquitectura
cayó en malas manos,
dejándola extraviada y sola.
Mas tiene abierta una puerta,
un abismo de gozo
donde caigo desesperado
y sin retorno.