Bajo el fantasma del veneno de Occidente
se alzó la victoriosa Bandera Roja
(que con el tiempo se quedó coja)
para salvar a la patria de vida inteligente.
Y es que lo mezquino tiene delito,
pues es un diamante sórdido de cultura,
pero rico de fincas sin pisar por frescura:
\"reparte tu miseria, que yo tengo apetito\"
Pasado el tiempo, el mezquino murió.
Millones de almas comieron de su veneno:
esa fue su herencia por pisar su terreno.
¿Quién dijo que el Muro no se derribó?
El violín sonó, el intelectual ya es un oficio,
y la lucha entre pobre y rico ya no es ficticio.
PD: En memoria a las víctimas chinas (se calcula que fueron unos 60 millones de personas)