Sigo buscando
aquello dispuesto en lo definitivo
de la espera.
Mientras tanto vivo esta esclavitud
que derrama mostos
en cada esquina que doblo de la vida.
Sin embargo, hay trajes que me hablan
en idiomas que son dos partes y se cruzan
creando uñas de desespero.
Hay olas sin agua y balas de oxigeno insoportables.
Líquidos nocturnos que desarman las sabanas
y cenizas que manchan y son transparentes.
Hay graneros estúpidos donde guardo la simetría
del sentir.
Tengo muros que son puertas inaccesibles
donde nacen flores encadenadas a un jardín de tinieblas.
Definitivamente soy empleado de un comercio
en donde no entra nadie.
Cambio el escaparate y se hace viudo de atenciones.
Y yo me cambio con trajes espesos y corbatas anómalas
y sigo con la misma novela y en la misma página.
Pero existe el umbral por donde entres
y entonces cerraré el comercio y romperé el escaparate.