Venid oh gentes
de los bosques...
ceñid de mirto la corona,
desnudos abrazáis
la cadera de Afrodita...
aquella que en su dorado anhelo,
apenas desdobla de armonía...
los campos de amapola de su pecho,
libad el zumo de la viña
pues el vino impele
en vuestra sangre la alegría...
que todos los astros cabalguen
con la aurora,
pues entre lágrimas de plata...
se asienta el nuevo día.