Esos engaños tan conocidos
y esas triquiñuelas tan evidentes
déjalos ya, y ¡sé borracha sin más!
Marcial
–Ya que en sueños lograste
lo que tu exigua bolsa no pudo darte despierto,
debes pagarme ahora tu lujuria satisfecha.
–Bien. Que así sea. Anda.
Yace sobre tu cama y sueña
cómo pago tus ofrendas sicalípticas
en franca y dura moneda.