Voces desde las sombras cuchichean no sé qué
hacen un ruido obscuro de onda y agua;
puedo flotar sobre mi cama
pero un ánima incorpórea
me ata la voz, me ata las piernas;
es Goliat, el violinista del diablo:
una y otra vez hilvana
con una ceja arriba y otra abajo a paso trueno
el Carnaval de Venecia en una burbuja.
Todavía tengo las manos en cuclillas
y el pan caliente de versos
rebota en el ombligo de la tapia.
Suena una generosidad lírica de mar, de ángeles.