Inquieta por la nostalgia que invade mi cuerpo día y noche, harta de la duda impuesta ante la cruel verdad de aquel hombre sin nombre que dentro de las sombras tenebrosas de un mensaje se esconde bajo tú mismo nombre.
¡Lo he visto en la feria en buena compañía, la tomaba del brazo, se notaba que ella era el amor de su vida! - Exclamó con su impostada voz.
Mi mundo completo se desmoronó al ser testigo del cruel amor que fingió. Lloré hasta sentirme vacía, sin esperanza a su regreso, sin emociones, sin alimento, teniendo por únicos compañeros una botella de tequila y un frasco de pastillas listos para terminar con mi vida.
¡No pedí en ningún momento aprobación, esa era ya mi última decisión! En todos los años de mi existencia es la única vez que he sentido esta clase de amor, no me arrepiento, él fue lo mejor que me sucedió.
Aquella noche algo extraño sucedió… voces cercanas susurrándome al oído que nunca nadie me amaría por ser fría de corazón. Pobres seres, desconocían completamente el dolor que me apuñalaba sigilosamente; siempre me juzgaron sin conocerme.
La fe que creía pérdida de la nada renació, arrepentida de amar a escondidas pedí se me concediera otra oportunidad, si no era con él, yo jamás volvería a amar, pero si el destino a veces injusto nos tendría preparada una nueva jugada, feliz sería de aceptarla.
Al amanecer supe que estabas bien cuando me escribiste, echando de menos a tu niña dulce, deseando estuviese bien, sin saber en ese momento y quizás nunca lo sepas que con esas palabras de aliento salvaste mi vida, de un suicidio y de ir al infierno.
No puedo predecir qué será de nuestras vidas, si algún día me derretiré en tus brazos, besaré tus labios y te diré al oído lo mucho que te amo. Por ahora estamos juntos, aunque lejos, nada es como antes, soy feliz a medias ante tu ausencia.
Espero en Dios, me conceda la dicha de ya no amarte en silencio; tú eres el pecado de amor perfecto. Eres fuego, eres veneno, con tu regreso no encuentro sosiego.