Mientras tanto, Gregorio y Susy se ven discretamente en la plaza de los jóvenes. La joven pareja lleva meses viéndose a escondidas en la plaza. Ellos se divierten al bailar al son de la música caribeña y confraternizan con otras parejas de más o menos de su misma edad en la plaza. Gregorio, esta vez, le propone matrimonio a Susy, y ésta rechaza el agasajo con timidez y cautela para no entristecer a Gregorio porque ella desea estar en óptimas condiciones de madurez al punto de que esté de acuerdo y conforme con su familia para que acepten a Gregorio como parte de la misma. Gregorio no entiende esta razón que le da Susy y decide que le dará el tiempo necesario y prudente para que ella acepte la propuesta. Los dos continúan con la alegría de estar juntos y de compartir todo su amor. Gregorio exalta tanto la belleza de Susy y le expresa que cada día más se enamora de aquella niña que conoció al entrar a aquella tienda y que lo recuerda como si hubiera ocurrido ayer. Susy le cuenta que había deseado encontrar a un joven como él para formalizar un hogar, crecer y envejecer juntos. Los dos se abrazan tiernamente y en un beso se comprometen para permanecer juntos a pesar de que tienen la relación a escondidas.
Mientras tanto, el río se llena de toda hermosura al florecer las más lindas flores de primavera. El río es testigo del amor puro y verdadero que se ejercen Tomás y Luisa y se llena de un esplendor fascinante el cual irradia de felicidad a ambos. El río en su máxima llenura de pasión, de amor y deseo por las parejas que lo visitan, esta destinado a presenciar y dar el más fiel testimonio del amor que se brindan al concebir todo su amor. Tomás y Luisa se bañan desnudos en el río, el cual conoce todos sus secretos y misterios ante este amor que nació y se fortaleció con el calor de éste y se entrelazan en un cálido abrazo. El destino los favorece al no ver otra pareja en los alrededores, mientras que se sumergen en la profundidad del río en un momento de codicia y deseo al experimentar un destello de luz para fecundar ese amor tan placentero. Tomás y Luisa sienten la sensación de estar juntos para siempre junto al ritmo de los latidos de su corazón. Pedro está por graduarse como arquitecto y disfruta hacer su práctica con una firma de arquitectos jóvenes que se dedican a la construcción de nuevos edificios para la venta, que serán destinados para la formación de diferentes oficinas gubernamentales y privadas. Pedro en su pensamiento sólo desea formalizar su relación en matrimonio con su adorada Susana. Pedro está estable económicamente, tiene un apartamento mucho más amplio y grande donde puede formar una familia, tiene trabajo, salud y está aceptado socialmente como uno más del pueblo. Pedro quiere unir su vida a la de Susana sin pensarlo ni contárselo a nadie. Pedro trama la idea fugaz de casarse con Susana a escondidas sin que nadie lo sepa. Pedro desea sorprender a Susana con un ramo de flores hermosas y proponerle que sea su esposa para compartir todo el resto de su vida. Pedro en su imaginación piensa qué le dirá que sí, que se casará y formaran un hogar juntos al lado de muchos hijos que Dios les dará. Susana está en el río esperando a su amado Pedro, ella sólo piensa en el día no muy remoto que saldrá todo su amor a brillar por luz propia y que todos sepan que se aman con tal insistencia que desearían unir sus vidas en santo matrimonio y que todos sean testigo del gran amor que se profesan. Llega Pedro con un hermoso bouquet de flores rojas, junto con un papel entre sus manos grandes y fuertes. Susana toma las rosas y se dispone a leer la nota, la nota dice: ¿te quieres casar conmigo?. Susana queda aturdida, porque era eso lo que ella esperaba por parte de Pedro. Susana llora de la emoción y le contesta, “sí, era lo que yo esperaba”. Los dos se confunden en un tierno pero cálido beso, como sellando este compromiso de amor que será para toda la vida.
Es una tarde a principios del mes de abril, todos se encuentran en la mesa y cenan un delicioso manjar. Susana da comienzo al diálogo entre Doña Petra y su hijo Eduardo y les dice: “oye, madre no le tienes que decir algo a Eduardo” y Doña Petra queda atónita con tal insinuación por parte de Susana, lo que ella responde, “no”. Susana insiste en que le tiene que decir algo a Eduardo y éste le pregunta a Doña Petra, ¿cuál es el asunto a discutirse?. Doña Petra nerviosa por la situación en que se encuentra entre sus dos hijos, dice, “no tengo nada qué hablar con ustedes, ¿a qué te refieres Susana?”. Susana queda en silencio por un momento y dice: “de la verdad que ocultas, madre” y se retira brúscamente de la mesa. Doña Petra recuerda del papel debajo de su almohada y tiene la sospecha de que su hija lo tomó sin permiso y lo leyó. Doña Petra vá en busca de saber lo que sabe su hija acerca de la verdad, ¿será acaso que sabe que Eduardo es hijo de Arturo y no de Segoviano?, se pregunta Doña Petra. Doña Petra sigue a Susana que se dirige hacia la habitación y conversan. Doña Petra le insiste, ¿de qué verdad hablas Susana, por Dios dime?. Susana calla y le dice que leyó el papel a escondidas que tiene debajo de la almohada y sabe que Eduardo no es hijo de su padre Segoviano, que es hijo de Arturo, el hombre que frecuenta la casa como un ex-amigo de la familia. Doña Petra atónita por el momento en que está pasando, le confiesa toda la verdad a su hija acerca de Eduardo y ésta le pregunta qué hará con la verdad, si se lo dirá. Susana por un momento de duda, pero a quien le corresponde decir la verdad es a ella. Susana y Doña Petra se abrazan tiernamente y prometen no ocultar verdades de ninguna índole, Susana por el momento entrelaza sus dedos en señal de que le oculta a su madre su relación con Pedro.
Doña Petra no se imagina el gran presagio que está por suceder. Eduardo está por descubrir la verdad y Susana está a punto de casarse con un hombre el cual Doña Petra no conoce ni sabe qué intenciones tiene éste muchacho para con su hija. Doña Petra no imagina el gran dolor y sufrimiento que le causará el decir toda la verdad a su hijo predilecto y el saber que su hija ha estado con mendacidad hacia ella al tener una relación oculta con un hombre de la ciudad que podría llegar al matrimonio. A Doña Petra no le agradará la idea de que su hija tenga una relación estable y duradera con éste joven, que por ser de la ciudad lo rechazará. Doña Petra no aceptará la relación entre Susana y Pedro porque él tiene otras costumbres y tradiciones, de las cuales ha abandonado por seguir de amores con Susana. Doña Petra no lo verá con buenos ojos porque es mayor en edad que su hija y el cuál será como un intruso al lado de la única hembra que Dios le dió. La madre no puede imaginar la reacción que le tomará a Eduardo cuando descubra toda la verdad. Doña Petra se tiende en estas dos vertientes y no sabe cuál de las dos es peor, ocultar una verdad a un hijo desde que nació o no saber una verdad de una relación a escondidas por parte de su otra hija.
Sara está en su cuarto mes de embarazo y todo marcha a la normalidad. A Sara, todavía le inquieta el ocultar a su esposo de aquella relación misteriosa con Gregorio. Sara no encuentra la forma de decirle a Eduardo sobre esa relación, aunque no llegó a extremidades, fue una bonita relación entre los dos. Sara piensa en contar esa verdad a Eduardo y no sabe cuándo ni la manera correcta para enfrentar a su marido y piensa en decirle la verdad para cuando nazca su hija. Sara se encuentra con Susana y Susy en el jardín de la Casona y deciden ayudar a ésta en los preparativos para la bienvenida de la bebé. Las tres jóvenes se disponen en ir a la habitación que está destinada para la niña y se dirigen en prepararla para cuando llegue el momento del alumbramiento. Susana y Susy recrean su vista con los diferentes y divertidos adornos que Sara ha coleccionado para este nacimiento. Sara contenta porque le han brindado apoyo moral y físico con la llegada de su primogénita, mientras que las muchachas adornan la cama cuna de la bebé con sábanas con motivo del personaje animado. En ese mismo instante entra por la puerta Eduardo con otras cajas de adornos para la preparación de la habitación de la bebé. Eduardo feliz con tal llegada, abraza y le da un beso a su esposa en honor a la criatura que esta por venir al mundo. Sara, en su pensar imagina la traición que le esta haciendo a su buen esposo al estar recibiendo cartas de Gregorio.
Timoteo se encuentra en la Casona y se tropieza con Susana en el pasillo. Timoteo le expresa cosas acerca de su amor de cuando los vió juntos en el cine. Susana por evadir el momento le dice, “no es mi amor, es un amigo y deseo que se supere como un buen arquitecto”. Timoteo no cree estas expresiones a Susana, porque los vió cerca de la Casona abrazándose y besándose. Susana se retira y se encierra e su habitación y piensa qué hará con esa situación que le atormenta.
Susana sale de prisa de la Casona a encontrarse con su amado Pedro en el apartamento de éste. Susana llega nerviosa y asustada por lo que pudiera hacer Timoteo con la información que tiene entre sus manos. Susana le confiesa a su amor que Timoteo sabe de su existencia y que pudiera estar en peligro la relación de ambos. Pedro caballerosamente la toma de la mano y la lleva junto a él, la estrecha entre sus brazos fuertes y cálidos y le dice que si está dispuesta a casarse inmediatamente con él, que él se enfrentará a Doña Petra y a quien sea por permanecer unidos. Susana le dice que espere un poco más en lo que cumple la mayoría de edad para poder casarse sin consentimiento de nadie. Pedro la ama tanto que lo que más desea es confrontar a su familia y llevársela lejos donde nada ni nadie pueda interrumpir ese amor bendito.
Sara está en su séptimo mes de embarazo, la cual alega a todos en la Casona. Susana ha iniciado varias veces el acercamiento con Eduardo para confesarle la verdad, pero ha sido infructuoso. Susana tiene listo el día en que cene Arturo en la Casona le confesará la verdad a su medio hermano, aunque sería mejor que él mismo descubra toda la verdad. Susana le ha ocultado ésta verdad también a Susy, su mejor amiga, la cual por ser indiscreta podría decir a Eduardo la verdad. Sara, por su parte, continúa visitando la finca de Severiano para poder leer las cartas del ex-compañero sentimental Gregorio. En una mañana del mes de julio, Sara se dispone salir a toda prisa de la hacienda de su padre y lleva consigo varias cartas de Gregorio que le quedan por leer. Sara no sabe dónde esconder las cartas en la Casona, para que Eduardo no sepa de ése hombre que le escribe cartas escondidas a ella. Sara se dirige a poner las cartas en la gaveta del buró en la Casona, donde nadie pueda leer esta correspondencia.
Susana, a su vez, continúa la relación con Pedro, a flor de piel. Susana desea que se consuma el matrimonio de ambos lo más pronto posible. Durante este tiempo Susana ha temido por el porvenir de esa relación amorosa que con tanto sacrificio y lucha ha podido mantener junto a Pedro. Susana piensa en el día que pueda expresar a todos sus más sinceros sentimientos hacia éste muchacho que ha conquistado completamente su corazón. Pedro ha invitado a Susana a cenar varias veces a restaurantes un poco distantes del pueblo, pero ella no ha aceptado por temor a Doña Petra y sus limitaciones por vivir bajo el techo de la Casona. Pedro ha insistido en confrontar a todos por amor a ella, pero Susana se lo ha impedido de manera que el muchacho ha dudado del verdadero amor que ella dice tener hacia él. El joven sólo trabaja y trabaja y se desespera al saber que algo pudiera ocurrir y malograr el resultado de ésta unión a escondidas. Los dos se toman de la mano y caminan abrazados por el parque más lejano del pueblo por miedo a que alguien los pudiera observar, y se expresan el uno al otro el gran amor que los une.
Doña Petra, por su parte, se encuentra en la Casona, tejiendo algunas cosas para la niña, durante este tiempo ha coleccionado ropita echa a mano por ella misma de diferentes colores y tamaños. Doña Petra está feliz y contenta con la próxima llegada de ésta niña a la Casona. Doña Petra planifica una cena especial para la llegada de su primera nieta, y por supuesto decide invitar al abuelo de la niña, Arturo. Todos se consagran en la mesa del comedor adornada con flores del jardín, y se disponen a cenar. Doña Petra hace un brindis por los futuros padres y dice: “éste brindis es por el hecho de que viene al mundo mi primera nieta, es la llegada más esperada por todos en la Casona y espero que todo cambie en este hogar, que con la bendición de ésta niña nos ilumine en muchos aspectos importantes que debemos continuar para el mejoramiento y funcionamiento de nuestra familia en total unión y que ustedes, Sara y Eduardo continúen floreciendo y acrecentando su amor perdurable para toda una vida juntos al lado de ésta niña hermosa que cambiará la rutina de sus vidas para bien, salud”. Susana caprichosa porque se descubra toda la verdad acerca de que Eduardo no es hijo de Segoviano sino de Arturo, les insinúa, “y que Dios nos ampare en la verdad, salud”. Nadie entendió lo que Susana expresa al final del brindis de Doña Petra, pero Arturo y Doña Petra sí entendieron muy bien lo que Susana dijo. Eduardo y Sara se abrazan y sonríen al son de éste brindis que será una bendición para su primogénita. La velada culmina cuando Eduardo conversa con Arturo y éste trata de decir la verdad, pero los interrumpe Doña Petra con un té frío.
Una mañana en el mes de agosto, la familia de la Casona recibe la noticia de que llega visita al pueblo la Tía Violeta y su esposo. Están todos en el recibidor de la Casona abrazándose y diciendo que están muy contentos de estar en la Casona de Doña Petra. Doña Petra les tenía preparado la habitación y se disponen en desarreglar el equipaje. Susana estará muy favorecida que se encuentre la Tía Violeta en la Casona, porque es de su agrado y porque se lleva muy bien con ella. Eduardo está como de costumbre en el taller de Don José y Juan en el colegio. La Tía Violeta se dirige hacia el jardín en compañía de Doña Petra y dialogan sobre la situación de la Casona y de sus habitantes; que si Sara está por dar a luz una hermosa niña, Eduardo que pronto se gradúa de mecánico, Susana que finaliza, y Juan que entra a la “high”, como los jóvenes le llaman. La Tía Violeta se enorgullece de sus sobrinos y se pone a la disposición de ellos para la ayuda que ellos necesiten. Doña Petra y la Tía Violeta recorren el jardín donde las más bellas flores se preparan para el otoño.
Continuará……………………………………………………………………………….