Fuiste la rosa enamorada
que a besar al sol saliera un día
desde el alba esplendorosa.
Fuiste la gota que prendió el rosal
de dulce algarabía.
Fuiste la aurora siempre niña
abriendo hasta el éxtasis sus alas de luz.
Fuiste -oh dioses- fascinante crepúsculo
entre mar y cielo dilatado.
Fuiste el invierno mismo
estallándote en la piel gozosa.
Fuiste eres fuiste
el sueño poblándose de ojeras.